Rosita (Ileana Matamoros, 2018) describe la búsqueda de una sobrina sobre el pasado de una tía fallecida muchos antes de su nacimiento. Ambas comparten el mismo nombre. La fascinación en torno a su tía muerta se acrecienta con la presencia de un discurso mecanografiado, una grabación en disco de carbono del mismo y una película súper ocho; todos ellos registros sobre la graduación de bachiller de Rosita. Poco tiempo después la tía de Ileana fallecería, a consecuencia de un cáncer, antes de los 20 años de edad. En su documental Ileana busca las historias ocultas de su tía así como esos rasgos que la acerquen a ese personaje que de alguna manera marcó su vida. Esta entrevista se realizó en mayo de 2018.
Tu
documental parte de un material de archivo, una película súper 8.
Como estudiantes de cine de la Universidad de las Artes hemos tenido una mediación académica, una
experiencia aúlica precede este ejercicio. ¿Antes de esto, habías
tenido la idea de hacer algo con ese material, con esa película
casera?
Claro, la idea de hacer esta película surge de la clase
Investigación en cine de Andrés Dávila, en la que
abordamos las posibilidades del ensayo documental, del ensayo
cinematográfico y el cine documental. Algunas de esas posibilidades
eran el uso del archivo, el found footage y los archivos
familiares. Además, como había que hacer un trabajo para fin de
semestre, fue también como un instinto de supervivencia. Me
pregunté: “¿Qué hago?” Frente a eso -cuando te ponen una
consigna eso es lo rico, el ver para dónde corres- me dije: “Bien,
yo sé qué voy a hacer. Tengo el archivo de mi familia, además
tengo unas películas súper ocho.” Ese primer ejercicio, que
algunos lo conocieron porque lo proyectamos en clase -lo proyectaron
en una Semana Cero también-, se hizo sólo desde el punto de vista
de la imagen, de la película súper ocho, y había voces mías que
analizaban ese material de archivo.